martes, 29 de mayo de 2012

Entrevista a Francisco J. Ayala

 Por MALÉN AZNÁREZ.  El País  21 de junio de 2009

"Con la teoría del diseño inteligente, Dios sería el mayor abortista"

(Madrid 1934) Desde 1961 vive en EEUU, donde ha sido profesor de distintas universidades. Es reconocida su aportación del "reloj molecular" al estudio de la evolución, teoría a la que ha dedicado su vida científica, lo que no le impide realizar incursiones en el campo de la filosofía, la bioética y la relación ciencia-religión. En la actualidad es profesor de la Universidad de Irvine (California) y miembro de la Academia de Ciencias de EE UU. Fue asesor científico del  presidente Clinton y presidente de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias, que edita 'Science'. En la foto, en su laboratorio en 1988.

Es doctor 'honoris causa' de una quincena de universidades y miembro de numerosas academias de ciencias, entre ellas la de Madrid. Ha publicado más de una docena de libros el último, Darwin y el diseño inteligente y unos 500 artículos científicos. Tiene la Medalla Nacional de la Ciencia de EE UU.

La gran cola del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, enroscada como un fósil de ammonites, para escuchar al que se considera uno de los mayores especialistas del mundo en evolución. Ya indicaba la expectación que levanta este biólogo, batallador activo contra la teoría del diseño inteligente, el nuevo creacionismo nacido en EE UU, país en el que vive y está nacionalizado. La gran sala central del museo se llenó de incómodas sillas para oírle hablar de Darwin y el diseño inteligente, precisamente el título de su último libro.
A Francisco Ayala, que se ordenó sacerdote dominico en 1960, le gusta repetir que el gran descubrimiento de Darwin fue "explicar el diseño de los seres vivos sin necesidad de un diseñador". Y también que la revolución de Copérnico fue el inicio de la ciencia moderna. "Y Darwin completó la revolución copernicana", porque si Copérnico descubrió que los planetas giraban alrededor del Sol y que la Tierra no era el centro del universo, Darwin extendió a la biología la noción de naturaleza y con la selección natural de las especies demostró que la especie humana no era el centro de la vida. También le gusta subrayar que, mientras "el creacionismo no es compatible con la creencia cristiana en un Dios omnipotente y benévolo, la teoría de la evolución sí lo es".

El otro día leía en este periódico que de la trinidad carismática del último siglo, Darwin, Marx y Freud, sólo Darwin había derrotado al tiempo. ¿Está de acuerdo?
Con mucho, porque el psicoanálisis y las ideas de Freud están eliminados de la sociedad actual. Y ya vemos lo que ha pasado con el marxismo. La teoría de Darwin ha sido claramente respaldada por la biología molecular y otros avances científicos; no hay teoría científica que esté tan convincentemente demostrada como la evolución.
Sin embargo, siglo y medio después de publicarse 'El origen de las especies' seguimos discutiendo sobre la evolución... ¿Por qué algunos no perdonan a Darwin que destronara al hombre del centro de la naturaleza?, ¿o por qué es difícil soportar que nuestra especie es un producto más?
En gran parte es por eso, y en gran parte por razones religiosas, y no sólo por los cristianos, sino por otros grupos que en principio son mucho más abiertos. Las autoridades de la Iglesia católica no sólo aceptan la evolución, sino que están convencidos de que las ideas de Darwin y la evolución son beneficiosas. Sin embargo, la gente en Estados Unidos cree que la Iglesia católica está en contra.
Es que parece que todavía hay una parte de la jerarquía, y de los fieles, que no la aceptan.
Lo que cuenta es que hace poco hubo un simposio en Roma dedicado a Darwin, patrocinado por el Vaticano. Tuvo lugar en el gran auditorio de la Universidad Pontificia Gregoriana de los Jesuitas, y yo presidí la primera sesión. Y en la inauguración, ante conocidos evolucionistas de todo el mundo, habló el cardenal Levada, el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la más conservadora, a favor de la evolución y de su compatibilidad con la doctrina católica. El papa Juan PabloII, en un discurso a la Academia de Ciencias en 1996, decía que la teoría de la evolución ya no es una hipótesis como se pensaba, sino una teoría bien confirmada. El Papa actual no ha sido tan explícito, pero sí ha hecho manifestaciones expresas, precisamente para contrarrestar otras de algún miembro de la Iglesia que parecían indicar que no era compatible con la doctrina católica.
Usted mantiene que la teoría de la evolución aporta a los cristianos la solución al problema, difícilmente explicable, de la existencia del mal gratuito. Si hay males incomprensibles, enfermedades, es porque somos criaturas imperfectas, producto de la evolución, no porque Dios hiciera un diseño malvado o deficiente. Al final parece que la Iglesia católica ha encontrado en la ciencia su gran coartada.
Sí, claro, va muy bien.
Mucho mejor que el diseño inteligente, del que usted dice que, además de no ser ciencia en absoluto porque no está apoyado por experimentos, es una aberración porque convierte al diseñador, a Dios, en un ser chapucero y cruel, ya que nuestra especie está muy mal diseñada.
Hay gente que piensa que la idea del diseño inteligente, el nuevo creacionismo, es buena y no se da cuenta de sus implicaciones nefastas. Hay que distinguir siempre entre la gente de buena fe, que cree que el diseño inteligente demuestra que Dios existe porque estamos bien diseñados, y los líderes científicos o religiosos, que sí entienden las consecuencias... Y es una barbaridad porque implica una blasfemia. Las mujeres tienen el conducto natal muy estrecho para el paso de la cabeza del niño como consecuencia del agrandamiento evolutivo de nuestro cerebro, de modo que miles de bebés y madres mueren durante el parto; y todos los años hay millones de abortos espontáneos. Si admitimos el DI (yo le llamo diseño imperfecto), Dios sería el mayor abortista del mundo.
Usted mantiene que ciencia y religión son compatibles. ¿Cómo ha podido compaginarlas en su vida?
La ciencia y la religión son como dos ventanas de mirada al mundo, lo que se ve desde cada ventana es distinto, pero es el mismo mundo. Y son compatibles, ésa es mi manera de ver las cosas. La ciencia se ocupa de explicar los procesos naturales por medio de leyes naturales. La religión trata del significado de la vida, del propósito de la vida, de nuestras relaciones con los demás; sobre estas cosas, la ciencia no tiene nada significativo que decir. Y la religión no tiene nada significativo que decir sobre la ciencia porque no trata de esas cosas. Las dos se interfieren cuando dejan su campo en el que tienen autoridad y entran en el otro. Y ése es el problema con los fundamentalistas cristianos en Estados Unidos y los islamistas en otros países, que quieren hacer de la Biblia un libro de texto científico, como si fuera un tratado de astronomía o biología, y entonces sí hay contradicción y se destruye a sí misma.
El problema es que mientras la ciencia no suele inmiscuirse en la religión, las religiones sí lo hacen permanentemente en la ciencia. Ahí tenemos el caso de la Iglesia católica, que se opone a investigar con células madre embrionarias, a la selección embrionaria por graves enfermedades congénitas o al preservativo para prevenir el sida...
Desdichadamente resulta difícil a nivel personal, y a veces a nivel oficial, porque son dos perspectivas sobre el mismo mundo. Y hay personas con fe que creen que la religión debe tener también autoridad en materia científica, y eso es un error.
Darwin tuvo en el viaje del 'Beagle' el inicio de su abandono de la religión, que luego desembocaría en un agnosticismo confeso. ¿Cuál ha sido su Beagle particular? ¿Qué le llevó a abandonar el sacerdocio?
Fue mi interés en la ciencia. Tenía interés en la evolución humana, en entender lo que somos desde el punto de vista científico, y eso fue lo que me llevó a dejar la vida religiosa, lo que hice en diálogo con mis superiores. Diálogo en el que sigo con la Iglesia católica; ellos no me consideran un enemigo.
¿Pero dejó el sacerdocio porque sus ideas eran incompatibles con la doctrina de la Iglesia?
No porque fueran incompatibles, sino porque quería dedicar mi vida a la ciencia, al conocimiento científico y al estudio de la evolución, ésa fue la razón. Y la pérdida de interés de dedicarme a la vida religiosa. Le va a extrañar, pero he sido director de un retiro espiritual para los obispos católicos de EE UU, para estudiar cosas sobre la ciencia, pero también doy conferencias a otros grupos religiosos. La mayoría, excepto los más extremistas, creen que mis puntos de vista son compatibles con la religión y me ven de manera positiva.
Perdone que insista, pero ¿cómo, siendo un hombre de ciencia, puede llevarse tan bien con una jerarquía como la católica, tan reaccionaria?
Precisamente porque hay que convencer a los que hacen esas afirmaciones en contra de la ciencia, que no son toda la jerarquía ni mucho menos. Yo creo que es importante tener una influencia positiva para que hagan sus doctrinas compatibles con la ciencia, porque la influencia de la religión es muy importante. La Iglesia católica tiene una influencia muy decisiva en España, aunque curiosamente sólo el 60% de la población se considera religiosa y sólo el 25% es practicante de forma regular. En Estados Unidos, el 85% se considera religioso y el 60% practica de forma regular. Allí la religión desempeña un papel mucho más importante en la vida de los individuos, aunque es menos autoritario que en España, donde se toma muy en serio lo que dicen los obispos. En Estados Unidos no, entre otras razones por la gran diversidad de creencias que tienen.
Con los avances de la biología molecular, de la genética, ¿podremos influir directamente en la evolución humana saltándonos los siglos que requiere la selección natural?
La respuesta es que sí, pero primero hay que hacer alguna observación. La evolución biológica ha sido totalmente trascendida por la evolución cultural. Los cambios en la evolución biológica ocurren en la escala de miles de generaciones; en la evolución cultural ocurren en la escala de décadas, de años, de meses o semanas; es mucho más rápida y efectiva. Nosotros todavía seguimos siendo animales tropicales adaptados a vivir a una temperatura de 25 grados y, sin embargo, los humanos hemos colonizado Siberia y el norte de Canadá no porque nos hayamos adaptado fisiológicamente a vivir en el frío, sino porque creamos el ambiente, las condiciones necesarias para nosotros. En la evolución biológica, los genes se adaptan al ambiente; en la evolución cultural modificamos el ambiente para que se adapte a las necesidades de nuestros genes. El clima es un ejemplo fácil, otros son que volamos más eficientemente que ningún ave y no tenemos alas, y viajamos por los mares y ríos de forma más eficaz que ningún pez y no tenemos agallas.
¿Significa eso que la evolución cultural se impondrá sobre la biológica?
La evolución cultural es un modo de adaptación mucho más eficiente que la biológica, por eso lo que predomina ahora en la humanidad es la evolución cultural, las modificaciones del ambiente que hacemos para facilitar nuestra vida. ¿Vamos a ser capaces de modificar los genes? Sí, ya somos capaces. Ya hay bastantes enfermedades que se pueden curar a nivel genético aunque no se curan en las células germinales y, por tanto, hay que curarlas en cada generación, pero a la velocidad a la que avanzan los conocimientos y la tecnología genética tendremos cada vez más capacidad de modificar los genes de manera eficaz, y muy pronto, en décadas a lo sumo. Lo que hay que distinguir es entre modificaciones o cambios genéticos que tratan de mejorar la humanidad y modificaciones genéticas que tratan de curar enfermedades. Modificar los genes con el propósito de curar enfermedades me parece muy razonable, es una manera mucho más eficaz de ejercer la medicina a la larga. Pero tratar de producir un hombre mejor me parece extremadamente peligroso, entre otras cosas porque no se puede definir cómo es el hombre mejor, ¿más alto, más rubio, más moreno?
Hace unos años decía que todavía había dos cosas de la evolución pendientes de solucionar: la conversión del cerebro en mente, y el paso del homínido a humano. ¿Hemos progresado en su conocimiento?
Se está avanzando mucho, entendemos ya bastante de cómo se comunican las neuronas. En colaboración con Camilo José Cela Conde, he publicado hace poco un artículo en Procedings of the National Academy of Sciences, sobre cómo funciona el cerebro en los hombres y las mujeres ante la apreciación de la belleza, que ha tenido mucho impacto. Hasta el punto de que los editores de la revista nos han ofrecido publicar el próximo artículo gratis y dándonos toda clase de facilidades, porque en las revistas científicas hay que pagar un importe por página... Esto es un avance pequeñísimo para saber cómo funciona el cerebro. La neurobiología está avanzando a pasos agigantados, pero aún no hemos cruzado esa barrera de saber cómo las señales físicas y químicas se convierten en ideas, de cómo emerge la función de la persona como individuo. Respecto al paso de mono a hombre, ya tenemos, desde 2005, el genoma del chimpancé, y ahora lo están comparando con el humano. Sabemos que las diferencias con el chimpancé de las partes del genoma que codifican las proteínas y las enzimas son del 1,5%, pero todavía no entendemos bien cómo eso se transforma en seres humanos tan diferentes de los chimpancés. Es sólo un 1,5% de diferencia del ADN, pero las disparidades son tremendas.

Casado con una estadounidense de origen checo y con dos hijos varones, Ayala, miembro de la Academia de Ciencias de Estados Unidos y, en su momento, asesor científico del presidente Clinton, reconoce que se ha adaptado bien a su nuevo país. No admite más que una "esquizofrenia trivial", la de tener que cambiar el chip de la lengua cada vez que viene a España, ya que cuando se acostumbra a pensar y soñar en castellano se tiene que volver. "Soy americano y me he adaptado a la vida y cultura americanas, desempeño un papel importante allí, pero sigo siendo culturalmente español. Me eduqué en España y mi educación personal y social es española, así que tengo las dos culturas…

¿Cree que con Obama se ha pasado página a la época de oscurantismo científico de Bush?
Totalmente. Obama tiene mucho interés en la ciencia, entiende que produce tecnología y aporta un valor comercial importante. Y ha seleccionado para puestos importantes a científicos extraordinarios, gente con iniciativa; los conozco a casi todos. Ha anunciado que va a aumentar los presupuestos para la ciencia y le ha dedicado ya muchos millones de dólares en el paquete general para estimular la economía. No hay que olvidar que se invierte el 3% del PIB en ciencia y tecnología, pero, desde la II Guerra Mundial, el 50% del desarrollo económico se atribuye a nuevos descubrimientos científicos y tecnológicos.
Es el país de la ciencia más avanzada, pero también del diseño inteligente...
Los integristas son una minoría importante, pero una minoría. El cristianismo conservador no representa más de un 15% de la población. Tienen visibilidad, pero no creo que tengan mucho poder. Y, claro, han tenido un presidente que los apoyaba mucho, que nombró a gente con esas ideas para puestos importantes. Pero si usted pregunta en Estados Unidos cuál es el grupo religioso con más influencia, entre la gente de la universidad, el Gobierno y los negocios, nadie señalará a los cristianos conservadores, sino a los judíos, ésos sí tienen mucha influencia.

lunes, 21 de mayo de 2012

Entrevista a MARIO BUNGE




En la comunidad científica la cita es un elemento clave para la difusión y convalidación de los hallazgos. Si buscamos al científico nativo en español más citado de los dos últimos siglos, según el exhaustivo Hall of Fame hecho público recientemente por la Association for the Advancement of Science, el primero que encontramos de una lista encabezada por Bertrand Russell, Charles Darwin y Albert Einstein es al también filósofo escéptico y apasionado racionalista argentino Mario Bunge .

En Las pseudociencias, ¡vaya timo! (Laetoli) Bunge, de cuya extensísima producción intelectual dan cuenta medio centenar de libros escritos, recopila sus textos fundamentales sobre las pseudociencias y presenta una apología irrenunciable de la ciencia. Y una vacuna contra los timos que nos infectan a diario: pulseras energéticas, babas de caracol rejuvenecedoras, horóscopos, cátedras homeopáticas en universidades, supercuerdas…

 

¿Por qué la filosofía?
-Stephen Hawking dispensa en su último libro sendas necrológicas de la religión y de la filosofía.
¿Por qué usted, reconocido ateo, se niega a dejar de ser filósofo por mor de ser científico?
-Los filósofos se plantean problemas mucho más generales que los científicos. Por ejemplo, qué es la materia, en lugar de preguntarse sobre las propiedades del agua o de la llamada materia oscura. Y se permiten poner en duda algunas especulaciones de los científicos, tales como las de Hawking sobre el mal llamado origen del universo, que en realidad es el origen de la expansión del universo. Análogamente, los filósofos de la mente se preguntan sobre la naturaleza de los procesos mentales en general, en lugar de averiguar, por ejemplo, cómo interactúa el órgano del conocimiento -la corteza cerebral- con el de la emoción -el llamado sistema límbico”.
Las pseudociencias son un timo, pero, ¿no suele el “timador” aprovecharse de la avaricia del timado?
- Los chamanes y psicoanalistas no recurren a la avaricia sino al deseo de comprender la vida sin estudiarla seriamente. Como dijo Borges, los psicoanalistas explotan el narcisismo, en particular el concreto deseo de que alguien ajeno se ocupe de nuestros problemas personales.
Cuando escucha la palabra “energía”, ¿echa mano a la pistola?Empiezo por preguntar si se trata de una energía especial, tal como la gravitacional o la química, o del concepto general de energía. Si es lo primero, sugiero que se consulte obras científicas; si lo segundo, observo que el concepto general de energía pertenece a la ontología, donde puede definirse como la capacidad de cambiar. De esto trata un capítulo de mi próximo libro, Filosofías y fobosofías.
¿Y cuando alguien se justifica “es que los Capricornio somos así…”?- Tengo la suerte de que rara vez me topo con creyentes en la astrología. Supongo que ésta es una de las ventajas de los que nacimos bajo el signo de Virgo.
¿Que un farmacéutico venda homeopatía es como si un arquitecto edificara sin materiales?- Buena analogía. Desgraciadamente, la enorme mayoría de los creyentes en la homeopatía no saben que algunas de las diluciones que les venden como fármacos homeopáticos son del orden de una molécula por galaxia, lo que las hace totalmente ineficaces.
En la atiborrada pasarela de las pseudociencias hay estrellas que despuntan. Y no es fácil estar al día de las que más se llevan. “Depende del país. En Argentina todas prosperan por igual. En México, el chamanismo herborístico. Y en los Estados Unidos, la teoría económica estándar”.
¿Y cuál es la pseudociencia más peligrosa?- La teoría económica estándar, porque sustenta las políticas económicas de los gobiernos conservadores y reaccionarios, que son enemigos del bienestar de la gente común.
¿Y la más extravagante?
- La llamada psicología evolutiva, que pretende explicar todo lo social en terminos biológicos imaginarios, tales como el deseo de todo hombre de difundir al máximo sus genes.

Pseudociencias en expansión
Siempre acompañaron a sus investigaciones la atención perenne a los fraudes pseudocientíficos, cuya expansión metastásica hoy considera Bunge un hecho. Lo demuestra con una impagable lista de ejemplos:
“El determinismo genético de Dawkins, Pinker y Chomsky es más popular que nunca; un número creciente de físicos defiende que los ladrillos últimos del universo son los bits o unidades de información; muchos cosmólogos eminentes sostienen que el universo salió de la nada; la multimillonaria Templeton Foundation, cuya misión es unir la religión con la ciencia, acaba de concluir un acuerdo con la American Association for the Advancement of Science por el cual van a patrocinar juntos reuniones y seminarios sobre religión, ética y ciencia; hace dos décadas las universidades norteamericanas ofrecían unos pocos cursos sobre ciencia y religión, pero hoy son más de 1.000; la Food and Drug Administration, que está a cargo de la salud pública, tolera que miles de estafadores prometan por Internet curar enfermedades que la medicina aún no puede curar…”

Guerra al psicoanálisis
El también filósofo Juan José Sebreli (Buenos Aires, 1930) al que su compatriota Bunge sólo reprocha que “se meta con el fútbol porque no le gusta y nunca lo jugó” [en referencia al libro de Sebreli La Era del fútbol, 1998] es otro gran pensador de nacionalidad argentina que comparte con el entrevistado un enemigo especialmente conspicuo y peligroso en su país de origen: el psicoanálisis.
Si Sebreli, crítico irredento de los mitos modernos, ha tachado al psicoanálisis de “irracionalista”, “moda” y “onerosa terapia interminable” (El Cultural, 27/12/2007), Bunge no es más taimado en su último libro: “El psicoanálisis viola la ontología y la metodología de toda ciencia genuina. [...] No está cualificado para considerarse una ciencia. Contrariamente a la creencia general, no es siquiera una ciencia fallida, puesto que prescinde del método científico e ignora los contraejemplos. Se trata simplemente de charlatanería psicológica”.

¿Y la legión de psicoanalistas argentinos no ha pedido la revocación de su nacionalidad?- Todavía no, pero no me sorprendería que un día lo hagan.
- ¿Cómo sobrelleva un escéptico el martirio de pegarse día a día con todo el mundo?
- Muy bien, sólo los fanáticos odian a las personas tanto como las doctrinas. 
Uno puede ser intolerante con las teorías falsas, pero tolerante con quienes las sustentan, a condición de que no medren con ellas.
Dice usted que una de las pseudociencias con más adeptos hoy -entre científicos como Richard Dawkins- es el determinismo genético. ¿Cuál es su falla?- Lo que pasa es que Dawkins no es un científico sino un divulgador. Peor, la genética que difunde no es la científica sino su versión personal de la misma. Además, jamás se tomó la molestia de aprender el Abecé de la psicología, que muestra que nuestros procesos mentales están fuertemente influidos por el entorno social, como señalan los estudios serios sobre gemelos “idénticos” criados en hogares de clases sociales y ocupaciones muy diferentes.

Únicos socialistas españoles

Que los fraudes se invistan de ropajes científicos, ¿no rinde un homenaje al poder y legitimidad de la ciencia hoy?
- Efectivamente. En política sucede algo parecido: suele oprimirse o explotarse a la gente en nombre de la libertad (neoliberalismo) o de la igualdad (comunismo).
- Ni comunismo ni “neoliberalismo” son teorías científicas de la sociedad. ¿Cuál lo sería?- Distingamos teoría política de ideología política. Encontrará bastante de ambas en mi Filosofia política (Gedisa, 2009). En particular, verá que, aunque prefiero la socialdemocracia a sus alternativas, propongo otra, a saber, el socialismo cooperativista, que aún no ha sido ensayado a escala nacional. Pero ya lo entrevieron los dos únicos auténticos socialistas que ha parido España: Louis Blanc (quien floreció en París aunque nació en Madrid) y el jesuita vasco Jose María Arizmendiarreta, cofundador de Mondragón.
¿Por qué la mayoría de los escépticos es de izquierdas? ¿No son también, tanto la izquierda como la derecha, supercherías a extinguir?- Creo que eso ocurrió entre la Ilustración y la Segunda Guerra Mundial, con la excepción de los marxistas ortodoxos, que eran dogmáticos y se decían de izquierda. Desde 1945, la izquierda europea ha sido infectada por el postmodernismo, que es irracionalista y, en particular, anticientífico.
Chesterton decía que cuando dejamos de creer en Dios empezamos a creer en cualquier cosa. ¿No erigió el catolicismo una suerte de defensa contra fraudes new age?
Competir por las almas
- Lo dudo, porque las supercherías postmodernas emergieron mucho después de Chesterton. Lo que es cierto es que el catolicismo ortodoxo se opone a las demás supersticiones porque compite con ellas por nuestras “almas”. Pero también combate a las filosofías procientíficas, en particular las materialistas. Muchos filósofos católicos comparten y difunden las ideas de Popper porque éste creía en la mente inmaterial.
Señala que la difusión de la superstición es un fenómeno psicosocial que debería ser sometido a investigación científica. ¿Cuál es su diagnóstico?- No lo sé. Los expertos en manipulación de la opinión pública -en materia comercial y científica- son más numerosos que los investigadores de los mecanismos psicosociales involucrados en la credulidad.
Si las supersticiones infectan las mentes tal que virus, ¿qué nos vacunaría contra ellas?
- La única vacuna eficaz es una combinación de educación científica con reflexión filosófica. La primera no basta, como lo muestra el caso de eminentes científicos que han creído en la parapsicología, la homeopatía y otras yerbas. Tampoco basta la filosofía, ya que está llena de supersticiones, tales como las del alma inmaterial y el conocimiento intuitivo y a priori.

Al final de la charla, cuando el periodista pregunta al filósofo por su particular pseudociencia biográfica, la idea defendida antaño de la que más se avergüenza, la respuesta, parca y exacta, tampoco tarda en llegar:
- La dialéctica de Hegel y sus discípulos marxistas.

 

 

 

viernes, 18 de mayo de 2012

articulos MANUEL VICENT

Preguntas
El Pais 9-7-2006


Periodista, escritor. Es una constante en la escritura de Vicent el juego de oposiciones y dualidades, contrapuntos, ideas binarias, antítesis: lo sublime y lo banal, lo cotidiano y lo trascendente, lo bello y lo grotesco, el idealismo y el pragmatismo, la racionalidad y el instinto, el misticismo y el descreimiento, Dios y el carpe diem se confrontan una y otra vez en los textos vicentinos.

Si los teólogos supieran a ciencia cierta que Dios no existe, no por eso dejarían de hacer teología. El silencio de Dios es un hilo de seda con el que los teólogos siguen elaborando desde la Edad Media profundas consideraciones sobre nada, sutilísimas distinciones bizantinas, que ni siquiera han servido para capar hormigas.
No obstante, en la historia de la humanidad la teología ha causado ríos de sangre. Ratzinger es un teólogo capaz de hacer encaje de bolillos alrededor de Dios con la misma naturalidad con que otros se cortan las uñas. Pero hace poco, durante su visita al campo de exterminio nazi en Auschwitz, en medio de aquel terror, se olvidó de los jeribeques metafísicos y lanzó hacia las nubes una pregunta terrible como la hubiera formulado cualquier humanista agónico: "¿Dónde estabas, Señor, mientras este horror sucedía?" Ahora, después del trágico accidente de Valencia, en el funeral que se celebró en la catedral por las víctimas ante las fuerzas vivas del Estado, el arzobispo del ramo formuló esa misma pregunta al Altísimo: "¿Dónde estabas mientras el metro recorría el túnel entre la plaza de España y la estación de Jesús?". En ambos casos Dios ha sido duramente interrogado por sus representantes en la Tierra y Él se ha acogido al derecho de no contestar como muchos acusados cuando son requeridos por el fiscal para que cuenten dónde se encontraban en el momento del crimen. El silencio de Dios es muy cómodo. Es un agujero negro capaz de tragarse las galaxias y junto con ellas toda la mierda humana que sea necesaria para que ciertas gentes puedan dormir tranquilas. Si Dios calla después de un gran cataclismo de la naturaleza y no reivindica los terremotos e inundaciones que se llevan por delante a miles de inocentes, ¿por qué tiene que dar la cara un político por un accidente de metro? Aparte de la supuesta ira de Dios y del terrorismo de los fanáticos, está el terrorismo de la chapuza, de la desidia de los políticos y de la codicia de los tiburones. Si el Papa y el arzobispo de Valencia hubieran estado seguros de que Dios iba a contestar a sus preguntas, no lo habrían interrogado. Pero ellos saben que Dios seguirá guardando silencio y bajo esa sopa metafísica seguirán haciendo teología entre el dolor de los inocentes y las injusticias. Puede que el Papa se asome al túnel fatídico de Valencia pero allí no estará Dios porque el Dios de Ratzinger es demasiado alambicado para viajar en metro y menos en esa línea con vagones tercermundistas.

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Dioses
El País 24/05/2009

"Si hubiera dioses yo quisiera ser dios. Por tanto no hay dioses”. Así habló Zaratustra, el muñeco ventrílocuo de Nietzsche, con un orgullo que le salió directamente de la tripa. Negar a los dioses o arrojarlos por la borda me parece una forma demasiado ruda de librarse de la desgracia de ser humano. Pese a lo que diga Zaratustra los dioses existen. De hecho cualquiera puede ser dios si uno no espera demasiada gloria de ese oficio. No es tan difícil. Incluso tú mismo, sin ir más lejos, puedes realizar actos que estaban fuera del alcance de los dioses antiguos. No hubo habitante en el Olimpo que supiera quemar como Bogart cualquier pasión en la brasa de un Chesterfield demorando la muerte en cada calada. Ni en el paraíso existirá nunca un morbo comparable con el que te ofrece esa chica desconocida en el vagón del suburbano invitándote con la mirada a apearte en su misma parada. Hubo un momento en que toda la belleza del universo se concentró en la mandíbula de Ava Gardner. La frustración de Nietzsche consistía en que no podía ser dios. Probablemente habría superado esa neurosis si en lugar de caer en brazos de la histérica Lou-Salomé en las brumas de los Alpes, hubiera soñado con el placer de sorprenderse vivo bajo una parra junto al Egeo mientras sonaba un acordeón sobre una cazuela de mejillones. Los dioses antiguos vivían enjaulados en el tiempo y en el espacio infinitos sin poder librarse de esa maldición; en cambio cualquier mortal puede reducir con la mente el tiempo a un cuarto de hora de felicidad y el espacio a un lugar del sur donde vuelen las alfombras. Esa facultad es la primera prueba de tu omnipotencia. Puedes ser inmortal con sólo comerte un higo mientras concentras todo el deseo en ciertos labios. Al final de la vida siempre se llega con la sensación de que no se ha conseguido realizar los sueños. Sólo los tontos mueren satisfechos, pero no existe persona inteligente a la que el azar le ha negado un día de gloria en un ínfimo reino, en el que por un instante fue dios. Puede que ese reino fuera sólo el espejo del cuarto de baño donde se reflejaba tu juventud, en el que alguien, que acaba de salir, había dejado escrito con un lápiz de labios: tienes el pan en el tostador y el zumo en la nevera, te amo.
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Doble llave
El País 30-1-2005

En todas las grandes ceremonias del Vaticano se repite la misma estampa: bajo unas vestiduras bordadas en oro, rodeado por un cúmulo de obispos y cardenales cargados igualmente con terciopelos y brocados, el Papa se exhibe ante los fieles de todo el mundo al pie de una cruz donde cuelga su Dios desnudo. Coronado con una mitra que no se ha movido desde el tiempo de los faraones y amparado por el esplendor de unos mármoles que labraron Miguel Ángel y Bernini, el Papa encima aún se queja. Desde su alta poltrona se lamenta del ateísmo, del laicismo, de la persecución religiosa y del rumbo pecaminoso que ha tomado la humanidad. Si a lo largo de la historia la Iglesia no ha hecho más que equivocarse en todo, salvo en que la vida es una herida mortal de necesidad, ignoro por qué el Papa se permite el lujo de instalar la culpa en nuestra nuca y no en la suya. Si hasta hace poco, contra toda demostración, aun sostenía que el sol giraba alrededor de la tierra, si se negaba a admitir la evolución de las especies, si mandaba a la hoguera a quien osara pensar libremente, si se enfrentaba a cualquier avance de la ciencia y aun hoy se resiste a entrar en el espacio de la razón, no sé en que funda la Iglesia su derecho a enseñar nada a nadie. Sólo el vacío metafísico se oculta bajo su pesada guardarropía. Franklin inventó la mecedora, que sirvió para que obispos e inquisidores se balancearan plácidamente, pero no evitó que fuera execrado y maldecido por ellos porque también inventó el pararrayos, con el cual creían que desafiaba la ira de Dios. No obstante, ese artilugio impío ahora está instalado, por si acaso, en la cúpula de San Pedro de Roma y también en todos los campanarios. La ciencia ha reducido el Génesis a un cuento oriental. En plena retirada frente al racionalismo la Iglesia se ha quedado con dos llaves cuya propiedad considera no negociable en absoluto: con una abre la puerta de la vida, con otra la cierra dando paso a la muerte, un doble peaje bajo su estricto control. Hoy los laboratorios de genética le disputan con ventaja la entrada en este mundo y mientras allí los embriones realizan el asalto definitivo al viejo castillo de la teología, el Papa arremete obsesivamente contra el preservativo, una simple goma que parece toparle todo el horizonte. Esta Iglesia que condenó la anestesia y el parto sin dolor, conserva todavía la llave del más allá y manejando ese terror se siente fuerte, pero llegará el día en que devuelva también esa llave al Dios desnudo y nos deje morir en paz con la máxima elegancia posible.
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Creencias
El País 12-9-2010

"Uno de los misterios del cerebro humano consiste en que un premio Nobel de física puede ser miembro al mismo tiempo de la secta de la Lagartija Dorada. A lo largo de la evolución de nuestra especie el córtex, donde radica la inteligencia, se sobrepuso a los bulbos del límbico, que gobiernan nuestras emociones. Desde ese momento la ciencia y las creencias han seguido caminos dispares, con el ángulo cada día más abierto, pero ciertos individuos tienen la capacidad de vivir con ese ángulo cerrado sin experimentar ninguna contradicción: pueden investigar en un laboratorio la aplicación de las células madre y pertenecer a la Adoración Nocturna, ser expertos en biología molecular y ponerse un capirote de nazareno para llevar en andas a una Dolorosa atravesada por siete espadas. No obstante, hay que andar con cuidado con este tipo de gente. Se comportan de forma pacífica y racional si pones en cuestión cualquier problema científico; en cambio se convierten en seres muy agresivos y peligrosos si te burlas de la patrona de su pueblo o del fundador de su orden religiosa o de la bandera de su nación. La ciencia es expansiva, universal y positiva bajo el patrocinio de san Pitágoras, san Newton, san Galileo, san Fleming, san Einstein; en cambio las creencias son más intensas y fanáticas a medida que están más concentradas en un ídolo, en un símbolo, en un sentimiento. Si un japonés, un hindú, un noruego descubre una nueva vacuna, o da un paso adelante en el genoma o inventa un aparato muy cómodo para depilarse la axila, la humanidad entera lo acepta al día siguiente sin distinción de razas ni de dioses, pero no le toques el toro ensogado de las fiestas de su aldea, ni su equipo de fútbol, ni la romería a la ermita, ni las mantecadas que hacía su abuela, porque entonces ese científico, que en el laboratorio investiga el límite del universo donde se precipitan las galaxias, puede convertirse en una fiera o en un idiota. Sucede lo mismo cuando la política se convierte en una creencia. Ya es un clásico preguntarse por qué existen pobres que votan a la derecha y ricos que votan a la izquierda. Se debe a que el cerebro humano, del rico y del pobre, del amo y del criado, está a medio cocer todavía".

Una vez leído el artículo ¿cómo puedo sorprenderme todavía de que los teístas que pululan por estos foros (que no son precisamente ni premios Nobel ni expertos en el conocimiento) tengan las absurdas creencias que defienden a capa y espada? Debe ser que estos cerebros están, no a medio cocer sino a un cuarto de cocer. Esperemos que ante las dos posibilidades que apunta Vicent: fiera o idiota, se queden sólo en idiotas
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El PAPA y la carne femenina
Nov-1980

El Papa de Roma ha recomendado a sus súbditos  casados que dejen de mirar a la mujer propia con deseo libidinoso si no quieren cometer adulterio. Es un detalle de buen gusto, aparte de una obviedad porque, según la versión más moderna, el matrimonio sólo consiste en hacer el amor sin ganas y dar dinero para la compra. Realmente sería una ordinariez poner ojos de sátiro o morderse la lengua con lascivia ante la legítima esposa, que está dando cera al aparador con bata de cuarterones, la cabeza coronada de bigudíes y las medias bajadas hasta la babucha. El matrimonio es otra cosa, un negocio, tan honorable como una empresa de fideos, no tiene nada que ver con la pasión ardiente que hace saltar en pedazos el libro de contabilidad. La opinión del señor Wojtyla es la propia de un gimnasta polaco enamorado de Dios y de sus bíceps que se pega una sesión de paralelas antes de misa de ocho. Tampoco se trata de un juicio revolucionario. Más bien se inscribe en la tradición judeocristiana de la ética soxofóbica que considera al ser humano, de ombligo para abajo, como una letrina y a la mujer en concreto toda ella un sumidero de concupiscencia, aunque se admita que es capaz de preparar a veces una torta de pan ácimo o una sopa juliana que no está del todo mal.
De modo que el Papa prohíbe los juegos eróticos en el lecho conyugal, manda que se vaya directamente al grano en plan estajanovista y que se tome el sexo como instrumento de trabajo. Por su parte los obispos no quieren que la gente se divorcie. Tanto si lo tomas como si lo dejas, si te pasas como si te quedas corto, en ambos casos por igual te ves amenazado por el fuego del infierno. No resulta raro entonces que Orígenes, Padre de la Iglesia, decidiera tirar por la calle del medio y cortara los testículos en nombre de Dios, para salir del dilema. Así están las cosas. Pero los que no tengan el valor de Orígenes pueden adoptar el remedio medieval de la chèmise cagoule, un rústico camisón cerrado por el cuello, las muñecas y los tobillos con un agujero estratégico a la altura de la herramienta a través del cual el marido podía fecundar a su mujer los días que no fueran de ayuno o abstinencia, viernes de cuaresma o vísperas de Navidad. La prenda no es tan insólita. Sin ir más lejos así se trabajaba el débito un catedrático de Derecho Civil que tenía yo en Valencia, lo que se dice un santo.

Habitamos un valle de lágrimas, no hay que olvidarlo, donde la mujer más apetecible siempre la tiene el prójimo. En el Evangelio según San Mateo dice Jesús: “Vosotros habéis oído que los antiguos dijeron: no cometerás adulterio. Pero yo os digo: cualquiera que mira a una mujer para desearla ha cometido adulterio con ella en su corazón”. En el texto no se especifica el estado civil del enamorado. Pero el Papa Wojtyla lo aclara. Se puede cometer adulterio sin salir de casa, sin abandonar la salita de estar, basta con que mires de reojo a tu señora con los párpados entornados por un celo no profesional para que sientas que el brasero de la mesa camilla se convierta en una caldera de Pedro Botero. El señor Wojtyla acaba de recordar lo que ya dijo en la Edad Media Pedro Lombardo en el tratado De excusatione coitus: “El que ama demasiado ardientemente a la esposa, comete adulterio”. Pero esta locura arranca de más atrás. San Jerónimo ya advirtió que el matrimonio es siempre un pecado, San Agustín nos recuerda que el hombre es engendrado y nace entre heces y orinas, Tomás de Aquino remacha que el acto conyugal en el fondo ofende a Dios y así sucesivamente una larga lista de reprimidos sexuales que han torturado su mente en torno a ese calambre glorioso de la uretra que en el fondo es algo hermoso, simple e inofensivo si se toman las debidas precauciones. El remedio para sacrificar el matrimonio nos lo ofrece el monje Bernardino de Siena al proponer como modelo a dos santos esposos que no querían profanar el sacramento con las obscenidades del bajo vientre y pasaron la noche de bodas entre dramáticas angustias y al final resolvieron consumar sus deberes conyugales con llantos y lamentos. Aproximadamente eso es la santidad, pero si compras un látigo de sex-shop y haces penitencia erótica entonces, te conviertes en un aberrante, en un impúdico pecador, de modo que estás en el filo de la navaja y no tienes escapatoria.

Si la Iglesia Católica hace reverdecer ahora sus convicciones medievales respecto al sexo, esto se puede convertir en un manicomio general. La tradición judeocristiana no le tiene ninguna simpatía a la mujer, por decirlo de una forma suave. Desde San Odón de Cluny que la llama bolsa de estiércol a San Luis Gonzaga al que se le subía el rubor hasta las orejas cuando miraba a su madre, desde el Eclesiatés a la alocución dominical del Papa Wojtyla las señoras constituyen un vaso de lujuria, se establecen como la perdición de los hombres. Queda una solución. Pedir el divorcio....

El adulterio es un motivo más que sobrado. Resulta que un cristiano ve todos los días a su mujer con fregona y se pone cachondo. Yo pregunto si se puede alegar este deseo impúdico delante del juez, contando con toda la jurisprudencia misógina de la Biblia, para repartirse amigablemente la loza y salir pitando cada uno por una esquina. Si el hogar se ha convertido de hecho en un prostíbulo, donde cada mirada a los bajos de la mujer es un desafío al sacramento, si cada gruñido amoroso atenta no sólo contra el reglamento, sino que te puede proporcionar la perdición eterna, no encuentro obstáculo para que un católico pueda acudir al juzgado con un certificado médico de normalidad sexual y pedir el divorcio por adulterio con su esposa. Y encima pasa por santo.


Entrevista a RODOLFO LLINÁS

Un cerebro ateo investigando el cerebro
Entrevista hecha por la revista Cambio en 2007.

El neurobiólogo Rodolfo Llinás (Bogotá, 1934), catedrático de la Universidad de Nueva York y director del proyecto Neurolab de la NASA, es una de las máximas autoridades mundiales en el estudio de la función cerebral. Sus conexiones con los recientes avances en genética y biología molecular, fisiología y biofísica celular, circuitos neuronales, farmacología y neurosiquiatría hacen que nos encontremos ante una de las etapas más optimistas en el conocimiento de un órgano que constituye “el parámetro más importante en la definición de la naturaleza del ser humano”. Recientemente ha participado en el ciclo “La neurobiología en el siglo XXI” desarrollado en el Instituto Cajal (CSIC), donde abordó los mecanismos cognitivos del sistema nervioso.


El neurobiólogo bogotano Rodolfo Llinás desde niño mantuvo una mente escéptica y por lo tanto hambrienta de respuestas racionales. En el prólogo de su obra "El cerebro y el mito del yo" Gabriel García Márquez comenta: "Lo más difícil para él era tal vez la religión católica cuyos dogmas tenía que aprenderse de memoria sin entenderlos. Lo exasperaba que le prohibieran hablar en misa si no molestaba a nadie. No concebía que las bendiciones llegaran a los fieles, si eran echadas al aire por un sacerdote que no miraba a nadie, pues en su lógica pura no debían lanzarse al azar, sino en ciertas dimensiones geométricas para que llegaran donde el oficiante se proponía. Por estas y otras muchas razones las clases de religión sólo le sirvieron para poner en duda la existencia de Dios, porqué nadie supo como explicárselo, ni lo ayudaron a descifrar el rompecabezas teológico de que tres personas distintas fueran en realidad un solo Dios verdadero."


Sobre el creacionismo, el determinismo y el alma

El debate ha vuelto a estar de moda en el ámbito escolar de Estados Unidos: evolucionistas contra creacionistas; ciencia contra religión. ¿Hay que erradicar alguna de las dos?
Rodolfo Llinás: Hay que erradicar el creacionismo. Eso impide a la gente pensar claramente. También hay un término medio de moda, el diseño inteligente, que dice que la evolución existe pero está prediseñada, que la vida es tan especial que tuvo que ser generada de un modo dirigido. El problema es que esa manera de pensar niega muchas cosas que se saben del sistema evolutivo: que ciertas mutaciones en el ADN producen seres que no van a subsisitir, y que solo sobreviven las soluciones buenas. El creacionismo evolutivo suprime la selección natural. Y no, uno sabe que esto no está diseñado.
¿Qué disparó la evolución del cerebro humano?
Lo más probable es que haya sido la postura. El simio humano aprendió a caminar en dos piernas y esa postura equilibrada le permitió tener un cerebro más grande. La postura también ensanchó la pelvis, lo que igualmente hizo posible que nacieran animales con el cerebro más grande: el número de células de un cerebro está limitado por el canal por el que nace. La destreza de las piernas de adelante, que llamamos brazos, también nos dio una ventaja increíble, así como el cambio de la estructura de la laringe: podemos producir fonación y por tanto, lenguaje hablado. Y de ahí al lenguaje escrito hay un paso muy pequeño.
Otro debate de moda: el determinismo, saber hasta qué punto nuestro comportamiento está programado en nuestros genes. ¿La educación que recibimos moldea nuestros cerebros, o lo que seremos ya está escrito?
El cerebro es enormemente plástico, pero limitado. Su situación inicial da ventajas o desventajas. Definitivamente, nacemos con muchas capacidades, son heredadas. Pero no solo hay causas genéticas, sino también epigenéticas.
¿Es decir?
Tenemos el embrión, pero está sometido a continuos movimientos, rayos gama, comida, pequeñas modificaciones que generan cambios enormes. La información primaria está ahí, pero son tantas las cosas que pasan con ella que ni siquiera los gemelos idénticos terminan siendo idénticos. Los padres podrían darles una crianza igual, pero tal vez no resulte tan formativa como pudo haber sido el hecho de cuál era el que estaba arriba y cuál estaba abajo en el útero. En ese caso, el determinismo genético no se puede demostrar.
¿Lo que llamamos alma está en el cerebro?
No está; es.
¿Y cómo le explica eso a una sociedad creyente?
No se le puede explicar. Es como cuando una persona dice: "Vi un fantasma". Y usted le responde que claro, que las alucinaciones visuales existen, pero están dentro de su cabeza. Y él insiste: "Yo lo vi afuera". ¿Cómo decirle que no? No hay nada que hacer.
¿Alguna vez ha sospechado la existencia de un más allá?
Ya de niño no me sonaban esas cosas. No entendía la religión y tenía unas peleas tan fuertes con un cura, que escandalizaban a la gente del bus. Yo preguntaba: ¿Por qué Dios es tan desgraciado que deja que nazca gente a sabiendas de que se irá al infierno? ¿Si Dios sabe todo lo que yo necesito, por qué me pide que le rece? ¿No debería decirme: "Yo sé lo que necesita, no moleste más"? ¿O por qué me obliga a decirle todos los días que él es el mejor, el más bonito, y si no lo hago se calienta? Dios es muy humano, vengativo, nuestra imagen y semejanza. No comprendí nada de religión y no me explico cómo la gente entiende esas vainas.
¿Y se ha preguntado por la telepatía?
La historia de la sociedad está basada en el hecho de que la mente no se puede leer. Si pudiera hacerse, no habría telefonía, negocios ni asesinatos. La telepatía haría imposible el contrato social. ¡Pero cómo puede haber gente tan estúpida que no comprende eso!
¿Cuál es su obsesión científica en este momento?
Las bases físicas de la subjetividad. Yo sé cuáles son las bases físicas de muchos aspectos biológicos, pero no sé cuál es el efector físico que produce sentimientos. Tienen que ser unas células, pero ¿qué particularmente? ¿Filamentos? ¿Microtubos? ¿Mecánica cuántica? Conocemos perfectamente cómo se genera la fuerza de los músculos, pero ¿cómo se generan el verde, el deseo o el amor? Quiero saber cuáles son los procesos neurológicos de esos sentimientos, que pertenecen a la misma categoría.
Con tan estrecho margen para la magia, ¿usted puede, por ejemplo, enamorarse?
Cuando termine esto podremos decir que el amor consiste en ciertos niveles de calcio intracelular en estas dendritas. Y la respuesta es sí, con más cariño se enamora uno, porque ahora entiende profundamente esas cosas que lo hacen gritar "¡me enamoré, ala!", como si le pegaran una infección. Así se le añade a la estructura emotiva la estructura intelectual, y el amor se hace mucho más profundo y más real.
El científico colombiano asegura que hoy ve a los colombianos con más ganas de sobrevivir.
Cada vez que visita el país, a Rodolfo Llinás se lo ve rodeado de una pequeña tempestad de gente que lo reconoce como uno de sus más grandes investigadores.
De ese séquito que no le da un respiro hacen parte estudiantes, artistas, políticos, admiradores, funcionarios y, sí, uno que otro lagarto que se muere por una foto con él. Y Llinás responde en su tono acachacado con frases amables en las que, curiosamente, siempre falta algo: el nombre de las personas.

"Es que sufro de anomia", confiesa en tono confidencial uno de los neurocientíficos más reconocidos del mundo, hoy a cargo de la jefatura de ciencias de la Universidad de Nueva York.
"Reconozco a las personas, su vida y milagros, por sus caras, pero nunca me acuerdo de los nombres", dice. Y para dejar bien claro el alcance de su condición, cuenta que hace ya casi 50 años, en Australia, tuvo que preguntarle a su novia cómo se llamaba para poder presentársela a uno de sus maestros.
Volvió a Bogotá para asistir a la inauguración de la sala 'Movimiento: la energía del pensamiento', en Maloka. Con un reconocible sentimiento positivo Llinás asegura que "hoy veo a los colombianos con más ganas de sobrevivir".
¿Los humanos tenemos el mismo cerebro o hay diferencias entre razas, entre hombre y mujer, entre ricos y pobres...?
La similitud de los cerebros es como la de la nariz: todas las personas la tienen, pero no hay dos iguales. El cerebro es el mismo para todos, pero se diferencia en la organización de los circuitos, que se da al azar; aquí la variabilidad es infinita. Hay personas con mayor capacidad para ver los colores, para interpretar música o para ser parlanchinas... Y eso depende de las propiedades intrínsecas de las neuronas, no del color de la piel o del tamaño del bolsillo.
¿Qué nos hace distintos entonces?
Una neurona es como una maraca que suena por su lado, y nunca deja de sonar. Frente a un estímulo externo, o de manera automática, todas las neuronas entran en un estado de 'maraquismo' y suenan a la par, después vuelve cada una a lo suyo... Esa capacidad para cambiar sus ritmos es distinta. Eso nos hace diferentes, pero la gente tiende a exagerar esas diferencias.
¿Para qué las exageramos?
Para sentir que los Rodríguez, son distintos a lo Pérez. Ese tiene las uñas largas y yo las tengo redondas. Eso es importantísimo en los humanos para la supervivencia, porque hay mayor variedad y eso garantiza mayores posibilidades de evolucionar.
¿Qué es la conciencia y donde está?
Es un estado funcional del cerebro, que está en continuo movimiento y donde los valores y las implicaciones de lo que se está pensando forman parte de las mismas cosas. Yo veo una línea azul y puedo decir al mismo tiempo "qué color tan feo". Por supuesto que esto no tiene un lugar específico en el cerebro, está disperso en él.
¿Qué son cerebralmente los valores?
Son patrones de acción fijos que nos impulsan a actuar por un proceso de negociación que se hace desde que se nace. Le pegaron a él y a mí no. Él debe ser culpable...
¿En qué parte del cerebro se elaboran el amor y las emociones?
El cerebro emocional es muy viejo. Es el cerebro truhán, el de los reptiles, donde no existen más que patrones de acción fijos; por eso ellos se acercan o se van si quieren comida; atacan si quieren defenderse, y tienen sexo si quieren reproducirse. Así mismo es el amor...
Si es tan simple, ¿entonces por qué se le da tanta importancia?
Porque el sexo, que es vital para la reproducción, está involucrado. En el afán de controlarlo, por razones sociales, se ha modulado ese patrón cerebral de acción fijo al punto de convertirlo en algo vital para todos.
En definitiva, ¿qué es el amor?
Es un estado funcional, como una golosina, y los enamorados son golosos ("que me ame, que me ame"). Eso hace que se sienta rico y que se activen los sistemas de gratificación. Por eso gusta. Claro, eso es indistinto de lo que se ame o a quién se ame. Amar la plata o a alguien del mismo sexo es, funcionalmente, la misma vaina. Eso sí, nunca es demasiado, nadie se muere por exceso de amor. No es como la epilepsia.
¿Y el odio y la envidia?
Son estados funcionales automáticos de los núcleos de la base del cerebro. Como todos los pecados capitales, no son negociables: el señor se enamoró y, como el que se va de rabo, no hay nada que hacer. Ahora, como todos los patrones de acción fijos, se pueden modular con otros. Por ejemplo, en el caso de la señora que ama a su marido y luego lo odia por infiel, hay un cambio de patrón de acción fijo, que era el amor, por otro, que es el odio... ¡Simple!
¿Y el amor a primera vista?
Funciona como en el cerebro de los pájaros: el patrón de acción fijo estaba activado, disponible y listo cuando apareció la persona que le gustó, y listo.

¿Y el amor eterno?
Ese es de inteligentes que estructuran y modulan los patrones de acción fijos sobre la base de ver al otro como la mano de uno. Cuidarla es mi responsabilidad y viceversa. Saber que no habrá puñalada trapera es la norma. ¡Nunca, primero me matan tres veces! Esa es la clave neuronal del amor eterno, la que mantiene el estado funcional activo y bloquea cualquier cosa que le sea contraria. Es una calidad de estado mental. Si se entiende no hay otra posibilidad que amar al otro; en cambio, querer acostarse con otro y pasarla rico no es amor. Amor es compromiso y cerebralmente está en el cerebro truhán. Uno no se enamora de una mujer porque tiene unas tetas buenísimas, uno se enamora de su cerebro, porque con él se interactúa y se avanza, con las tetas no. Amar es cerebralmente un baile y hay que bailar con el que pueda danzar con el cerebro de uno. Amar es bailar, no hacer gimnasia. Encontrar eso es muy difícil; hallarlo es un tesoro.

¿Cerebralmente qué es Dios?
Es un invento del hombre. Y como todos los inventos humanos, se parece a él. Dios tiene dos razones de ser: a los inteligentes les sirve para gobernar a los demás y a los menos inteligentes para pedirle favores. A todos para explicar lo que no entendemos de la naturaleza. Es una lógica de un primitivismo náuseo.

¿Qué es la inteligencia?
Cerebralmente es la capacidad de abstraer para simplificar y actuar sobre esa simplificación. Cerebralmente está entre un oído y el otro, es decir en todas partes... Y claro, existen diferentes tipos de inteligencia.
¿Qué es un tipo malo, neuronalmente?
Esa no es una condición cerebral, es una condición social. Los ladrones y asesinos son sociales: ¿Por qué roba? "Por mis hijos, los ladrones son ustedes, porque me quitan y luego me castigan por querer recuperarlo".
¿El subdesarrollo es un patrón cerebral?
El país puede estar subdesarrollado, pero yo no. Eso no es contagioso. Ah, no hay cerebros subdesarrollados.
Se dice que solo usamos el 10 por ciento del cerebro...
Esa es una forma estúpida de pensar. Lo usamos todo y nunca se detiene. El cerebro actúa todo siempre; lo que sí sucede es que unas funciones se inactivan para que otras puedan marchar. Eso es necesario.
¿Las nuevas generaciones serán más inteligentes?
No hablen caca...
¿Cómo define a una persona inteligente?
La que es capaz de poner en contexto el mundo externo.
¿Se puede ejercitar el cerebro?
Sí, la labor intelectual genera más labor intelectual...
¿Quién es genio?
Aquél al que no le cuesta trabajo.
¿Y nace o se hace?
Nace con patrones cerebrales específicos: por ejemplo, el que es buen matemático, no es bueno bailando; el que es bueno pintando, se puede enredar haciendo una cuenta.
¿Por qué los científicos no son políticos?
Porque la política es un arte, no una ciencia.
¿Cree que este país debe seguir siendo manejado por esos artistas?
Desgraciadamente no hay más remedio.
¿Tenemos buenos artistas de la política?
No son artistas de la política pura. La mayoría son fracasados de otras disciplinas.
¿Por qué usted pudo y otros no?
Por suerte. Sea lo que sea, no me hice a mí mismo. Si en el momento en que uno nace las narices grandes son favorables, y uno viene con ellas, ¡de buenas! El valor que uno tiene es el problema de los demás, uno no se juzga, lo juzgan los demás. 
¿Cómo se sentiría si mañana encuentra la cura de una enfermedad?
¡Colombianísimo!
Usted es un referente, de los pocos para el país. ¿Qué le significa eso? 
Una cantidad de entrevistas como ésta, la cosa más jodida...
El Tiempo.Com CARLOS F. FERNÁNDEZ2011-02-28