viernes, 18 de mayo de 2012

Entrevista a RODOLFO LLINÁS

Un cerebro ateo investigando el cerebro
Entrevista hecha por la revista Cambio en 2007.

El neurobiólogo Rodolfo Llinás (Bogotá, 1934), catedrático de la Universidad de Nueva York y director del proyecto Neurolab de la NASA, es una de las máximas autoridades mundiales en el estudio de la función cerebral. Sus conexiones con los recientes avances en genética y biología molecular, fisiología y biofísica celular, circuitos neuronales, farmacología y neurosiquiatría hacen que nos encontremos ante una de las etapas más optimistas en el conocimiento de un órgano que constituye “el parámetro más importante en la definición de la naturaleza del ser humano”. Recientemente ha participado en el ciclo “La neurobiología en el siglo XXI” desarrollado en el Instituto Cajal (CSIC), donde abordó los mecanismos cognitivos del sistema nervioso.


El neurobiólogo bogotano Rodolfo Llinás desde niño mantuvo una mente escéptica y por lo tanto hambrienta de respuestas racionales. En el prólogo de su obra "El cerebro y el mito del yo" Gabriel García Márquez comenta: "Lo más difícil para él era tal vez la religión católica cuyos dogmas tenía que aprenderse de memoria sin entenderlos. Lo exasperaba que le prohibieran hablar en misa si no molestaba a nadie. No concebía que las bendiciones llegaran a los fieles, si eran echadas al aire por un sacerdote que no miraba a nadie, pues en su lógica pura no debían lanzarse al azar, sino en ciertas dimensiones geométricas para que llegaran donde el oficiante se proponía. Por estas y otras muchas razones las clases de religión sólo le sirvieron para poner en duda la existencia de Dios, porqué nadie supo como explicárselo, ni lo ayudaron a descifrar el rompecabezas teológico de que tres personas distintas fueran en realidad un solo Dios verdadero."


Sobre el creacionismo, el determinismo y el alma

El debate ha vuelto a estar de moda en el ámbito escolar de Estados Unidos: evolucionistas contra creacionistas; ciencia contra religión. ¿Hay que erradicar alguna de las dos?
Rodolfo Llinás: Hay que erradicar el creacionismo. Eso impide a la gente pensar claramente. También hay un término medio de moda, el diseño inteligente, que dice que la evolución existe pero está prediseñada, que la vida es tan especial que tuvo que ser generada de un modo dirigido. El problema es que esa manera de pensar niega muchas cosas que se saben del sistema evolutivo: que ciertas mutaciones en el ADN producen seres que no van a subsisitir, y que solo sobreviven las soluciones buenas. El creacionismo evolutivo suprime la selección natural. Y no, uno sabe que esto no está diseñado.
¿Qué disparó la evolución del cerebro humano?
Lo más probable es que haya sido la postura. El simio humano aprendió a caminar en dos piernas y esa postura equilibrada le permitió tener un cerebro más grande. La postura también ensanchó la pelvis, lo que igualmente hizo posible que nacieran animales con el cerebro más grande: el número de células de un cerebro está limitado por el canal por el que nace. La destreza de las piernas de adelante, que llamamos brazos, también nos dio una ventaja increíble, así como el cambio de la estructura de la laringe: podemos producir fonación y por tanto, lenguaje hablado. Y de ahí al lenguaje escrito hay un paso muy pequeño.
Otro debate de moda: el determinismo, saber hasta qué punto nuestro comportamiento está programado en nuestros genes. ¿La educación que recibimos moldea nuestros cerebros, o lo que seremos ya está escrito?
El cerebro es enormemente plástico, pero limitado. Su situación inicial da ventajas o desventajas. Definitivamente, nacemos con muchas capacidades, son heredadas. Pero no solo hay causas genéticas, sino también epigenéticas.
¿Es decir?
Tenemos el embrión, pero está sometido a continuos movimientos, rayos gama, comida, pequeñas modificaciones que generan cambios enormes. La información primaria está ahí, pero son tantas las cosas que pasan con ella que ni siquiera los gemelos idénticos terminan siendo idénticos. Los padres podrían darles una crianza igual, pero tal vez no resulte tan formativa como pudo haber sido el hecho de cuál era el que estaba arriba y cuál estaba abajo en el útero. En ese caso, el determinismo genético no se puede demostrar.
¿Lo que llamamos alma está en el cerebro?
No está; es.
¿Y cómo le explica eso a una sociedad creyente?
No se le puede explicar. Es como cuando una persona dice: "Vi un fantasma". Y usted le responde que claro, que las alucinaciones visuales existen, pero están dentro de su cabeza. Y él insiste: "Yo lo vi afuera". ¿Cómo decirle que no? No hay nada que hacer.
¿Alguna vez ha sospechado la existencia de un más allá?
Ya de niño no me sonaban esas cosas. No entendía la religión y tenía unas peleas tan fuertes con un cura, que escandalizaban a la gente del bus. Yo preguntaba: ¿Por qué Dios es tan desgraciado que deja que nazca gente a sabiendas de que se irá al infierno? ¿Si Dios sabe todo lo que yo necesito, por qué me pide que le rece? ¿No debería decirme: "Yo sé lo que necesita, no moleste más"? ¿O por qué me obliga a decirle todos los días que él es el mejor, el más bonito, y si no lo hago se calienta? Dios es muy humano, vengativo, nuestra imagen y semejanza. No comprendí nada de religión y no me explico cómo la gente entiende esas vainas.
¿Y se ha preguntado por la telepatía?
La historia de la sociedad está basada en el hecho de que la mente no se puede leer. Si pudiera hacerse, no habría telefonía, negocios ni asesinatos. La telepatía haría imposible el contrato social. ¡Pero cómo puede haber gente tan estúpida que no comprende eso!
¿Cuál es su obsesión científica en este momento?
Las bases físicas de la subjetividad. Yo sé cuáles son las bases físicas de muchos aspectos biológicos, pero no sé cuál es el efector físico que produce sentimientos. Tienen que ser unas células, pero ¿qué particularmente? ¿Filamentos? ¿Microtubos? ¿Mecánica cuántica? Conocemos perfectamente cómo se genera la fuerza de los músculos, pero ¿cómo se generan el verde, el deseo o el amor? Quiero saber cuáles son los procesos neurológicos de esos sentimientos, que pertenecen a la misma categoría.
Con tan estrecho margen para la magia, ¿usted puede, por ejemplo, enamorarse?
Cuando termine esto podremos decir que el amor consiste en ciertos niveles de calcio intracelular en estas dendritas. Y la respuesta es sí, con más cariño se enamora uno, porque ahora entiende profundamente esas cosas que lo hacen gritar "¡me enamoré, ala!", como si le pegaran una infección. Así se le añade a la estructura emotiva la estructura intelectual, y el amor se hace mucho más profundo y más real.
El científico colombiano asegura que hoy ve a los colombianos con más ganas de sobrevivir.
Cada vez que visita el país, a Rodolfo Llinás se lo ve rodeado de una pequeña tempestad de gente que lo reconoce como uno de sus más grandes investigadores.
De ese séquito que no le da un respiro hacen parte estudiantes, artistas, políticos, admiradores, funcionarios y, sí, uno que otro lagarto que se muere por una foto con él. Y Llinás responde en su tono acachacado con frases amables en las que, curiosamente, siempre falta algo: el nombre de las personas.

"Es que sufro de anomia", confiesa en tono confidencial uno de los neurocientíficos más reconocidos del mundo, hoy a cargo de la jefatura de ciencias de la Universidad de Nueva York.
"Reconozco a las personas, su vida y milagros, por sus caras, pero nunca me acuerdo de los nombres", dice. Y para dejar bien claro el alcance de su condición, cuenta que hace ya casi 50 años, en Australia, tuvo que preguntarle a su novia cómo se llamaba para poder presentársela a uno de sus maestros.
Volvió a Bogotá para asistir a la inauguración de la sala 'Movimiento: la energía del pensamiento', en Maloka. Con un reconocible sentimiento positivo Llinás asegura que "hoy veo a los colombianos con más ganas de sobrevivir".
¿Los humanos tenemos el mismo cerebro o hay diferencias entre razas, entre hombre y mujer, entre ricos y pobres...?
La similitud de los cerebros es como la de la nariz: todas las personas la tienen, pero no hay dos iguales. El cerebro es el mismo para todos, pero se diferencia en la organización de los circuitos, que se da al azar; aquí la variabilidad es infinita. Hay personas con mayor capacidad para ver los colores, para interpretar música o para ser parlanchinas... Y eso depende de las propiedades intrínsecas de las neuronas, no del color de la piel o del tamaño del bolsillo.
¿Qué nos hace distintos entonces?
Una neurona es como una maraca que suena por su lado, y nunca deja de sonar. Frente a un estímulo externo, o de manera automática, todas las neuronas entran en un estado de 'maraquismo' y suenan a la par, después vuelve cada una a lo suyo... Esa capacidad para cambiar sus ritmos es distinta. Eso nos hace diferentes, pero la gente tiende a exagerar esas diferencias.
¿Para qué las exageramos?
Para sentir que los Rodríguez, son distintos a lo Pérez. Ese tiene las uñas largas y yo las tengo redondas. Eso es importantísimo en los humanos para la supervivencia, porque hay mayor variedad y eso garantiza mayores posibilidades de evolucionar.
¿Qué es la conciencia y donde está?
Es un estado funcional del cerebro, que está en continuo movimiento y donde los valores y las implicaciones de lo que se está pensando forman parte de las mismas cosas. Yo veo una línea azul y puedo decir al mismo tiempo "qué color tan feo". Por supuesto que esto no tiene un lugar específico en el cerebro, está disperso en él.
¿Qué son cerebralmente los valores?
Son patrones de acción fijos que nos impulsan a actuar por un proceso de negociación que se hace desde que se nace. Le pegaron a él y a mí no. Él debe ser culpable...
¿En qué parte del cerebro se elaboran el amor y las emociones?
El cerebro emocional es muy viejo. Es el cerebro truhán, el de los reptiles, donde no existen más que patrones de acción fijos; por eso ellos se acercan o se van si quieren comida; atacan si quieren defenderse, y tienen sexo si quieren reproducirse. Así mismo es el amor...
Si es tan simple, ¿entonces por qué se le da tanta importancia?
Porque el sexo, que es vital para la reproducción, está involucrado. En el afán de controlarlo, por razones sociales, se ha modulado ese patrón cerebral de acción fijo al punto de convertirlo en algo vital para todos.
En definitiva, ¿qué es el amor?
Es un estado funcional, como una golosina, y los enamorados son golosos ("que me ame, que me ame"). Eso hace que se sienta rico y que se activen los sistemas de gratificación. Por eso gusta. Claro, eso es indistinto de lo que se ame o a quién se ame. Amar la plata o a alguien del mismo sexo es, funcionalmente, la misma vaina. Eso sí, nunca es demasiado, nadie se muere por exceso de amor. No es como la epilepsia.
¿Y el odio y la envidia?
Son estados funcionales automáticos de los núcleos de la base del cerebro. Como todos los pecados capitales, no son negociables: el señor se enamoró y, como el que se va de rabo, no hay nada que hacer. Ahora, como todos los patrones de acción fijos, se pueden modular con otros. Por ejemplo, en el caso de la señora que ama a su marido y luego lo odia por infiel, hay un cambio de patrón de acción fijo, que era el amor, por otro, que es el odio... ¡Simple!
¿Y el amor a primera vista?
Funciona como en el cerebro de los pájaros: el patrón de acción fijo estaba activado, disponible y listo cuando apareció la persona que le gustó, y listo.

¿Y el amor eterno?
Ese es de inteligentes que estructuran y modulan los patrones de acción fijos sobre la base de ver al otro como la mano de uno. Cuidarla es mi responsabilidad y viceversa. Saber que no habrá puñalada trapera es la norma. ¡Nunca, primero me matan tres veces! Esa es la clave neuronal del amor eterno, la que mantiene el estado funcional activo y bloquea cualquier cosa que le sea contraria. Es una calidad de estado mental. Si se entiende no hay otra posibilidad que amar al otro; en cambio, querer acostarse con otro y pasarla rico no es amor. Amor es compromiso y cerebralmente está en el cerebro truhán. Uno no se enamora de una mujer porque tiene unas tetas buenísimas, uno se enamora de su cerebro, porque con él se interactúa y se avanza, con las tetas no. Amar es cerebralmente un baile y hay que bailar con el que pueda danzar con el cerebro de uno. Amar es bailar, no hacer gimnasia. Encontrar eso es muy difícil; hallarlo es un tesoro.

¿Cerebralmente qué es Dios?
Es un invento del hombre. Y como todos los inventos humanos, se parece a él. Dios tiene dos razones de ser: a los inteligentes les sirve para gobernar a los demás y a los menos inteligentes para pedirle favores. A todos para explicar lo que no entendemos de la naturaleza. Es una lógica de un primitivismo náuseo.

¿Qué es la inteligencia?
Cerebralmente es la capacidad de abstraer para simplificar y actuar sobre esa simplificación. Cerebralmente está entre un oído y el otro, es decir en todas partes... Y claro, existen diferentes tipos de inteligencia.
¿Qué es un tipo malo, neuronalmente?
Esa no es una condición cerebral, es una condición social. Los ladrones y asesinos son sociales: ¿Por qué roba? "Por mis hijos, los ladrones son ustedes, porque me quitan y luego me castigan por querer recuperarlo".
¿El subdesarrollo es un patrón cerebral?
El país puede estar subdesarrollado, pero yo no. Eso no es contagioso. Ah, no hay cerebros subdesarrollados.
Se dice que solo usamos el 10 por ciento del cerebro...
Esa es una forma estúpida de pensar. Lo usamos todo y nunca se detiene. El cerebro actúa todo siempre; lo que sí sucede es que unas funciones se inactivan para que otras puedan marchar. Eso es necesario.
¿Las nuevas generaciones serán más inteligentes?
No hablen caca...
¿Cómo define a una persona inteligente?
La que es capaz de poner en contexto el mundo externo.
¿Se puede ejercitar el cerebro?
Sí, la labor intelectual genera más labor intelectual...
¿Quién es genio?
Aquél al que no le cuesta trabajo.
¿Y nace o se hace?
Nace con patrones cerebrales específicos: por ejemplo, el que es buen matemático, no es bueno bailando; el que es bueno pintando, se puede enredar haciendo una cuenta.
¿Por qué los científicos no son políticos?
Porque la política es un arte, no una ciencia.
¿Cree que este país debe seguir siendo manejado por esos artistas?
Desgraciadamente no hay más remedio.
¿Tenemos buenos artistas de la política?
No son artistas de la política pura. La mayoría son fracasados de otras disciplinas.
¿Por qué usted pudo y otros no?
Por suerte. Sea lo que sea, no me hice a mí mismo. Si en el momento en que uno nace las narices grandes son favorables, y uno viene con ellas, ¡de buenas! El valor que uno tiene es el problema de los demás, uno no se juzga, lo juzgan los demás. 
¿Cómo se sentiría si mañana encuentra la cura de una enfermedad?
¡Colombianísimo!
Usted es un referente, de los pocos para el país. ¿Qué le significa eso? 
Una cantidad de entrevistas como ésta, la cosa más jodida...
El Tiempo.Com CARLOS F. FERNÁNDEZ2011-02-28

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